Falsas creencias y mitos sobre las personas sin hogar
En Betania trabajamos desde nuestros inicios con Personas Sin Hogar, ofreciéndoles protección social, atendiendo sus necesidades básicas y colaborando con ellas para lograr su inserción social y laboral. Pero dentro de nuestra labor también está luchar contra la estigmatización y las falsas creencias que se tienen sobre las personas en situación de calle y que perpetúan la marginación que sufren. A continuación, vamos a desmontar algunos de los mitos vinculados al sinhogarismo.
Uno de los mitos sobre las personas sin hogar más comunes es el de que no quieren trabajar. Esto es completamente falso. Muchas de ellas buscan trabajo activamente o incluso tienen empleos, pero con salarios tan precarios que no les permiten acceder a una vivienda, sobre todo en las grandes ciudades como Madrid o Barcelona.
Además, a la hora de buscar trabajo, la falta de documentación, no tener acceso a duchas o a ropa adecuada y limpia dificulta la labor de salir de la situación de desempleo y mantener el trabajo cuando lo encuentran.
Otra de las creencias más extendidas es que las personas sin hogar viven en la calle por elección propia. Si bien existen algunos casos aislados, la mayoría de personas en situación de sinhogarismo no se encuentran en esa situación porque quieran.
Las causas que hacen a esta persona acabar durmiendo en la calle pueden ser varias: pérdida de empleo, crisis económica, enfermedades mentales no tratadas adecuadamente, violencia doméstica, adicciones y la falta de red de apoyo.
Relacionada con esta creencia está la siguiente, la de que todos los hombres y mujeres en situación de calle tienen problemas mentales o adicciones. Como se ha comentado anteriormente, si bien puede ser una de las causas, hay muchas otras circunstancias que pueden llevar al sinhogarismo, principalmente problemas económicos por una ruptura familiar o pérdida de empleo.
Lo que sí es cierto es que las personas que viven en la calle sufren un deterioro de su salud mental por la precariedad de su situación, la cuál también puede llevar al consumo de drogas. Los programas de intervención, como nuestro Centro de Día, intentan paliar esta situación.
Todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna
También se asocia la imagen de personas sin hogar a la de hombres solteros y adultos. Lo cierto es que el sinhogarismo es una problemática que afecta a una gran diversidad de personas, incluso familias enteras, sobre todo de inmigrantes.
Las mujeres pueden acabar en situación de calle debido a la violencia doméstica o a la trata de personas. En los países desarrollados es cada vez más común ver a personas de tercera edad viviendo en la calle debido a que el encarecimiento de la vida no les permite conservar su vivienda con sus exiguas pensiones.
Todos estos mitos se relacionan con otro, este de tinte político, como es el de que la falta de viviendas es un problema irresoluble. Nada más lejos de la realidad. Las administraciones públicas deben velar y legislar para que cualquier ciudadano pueda tener un hogar.
De hecho, la Constitución Española recoge expresamente que toda persona tiene derecho a una vivienda digno. Por lo tanto, el Gobierno debe legislar para que se cumpla lo expresado en la carta magna, algo que por ahora no se está haciendo, dejando el acceso a la vivienda sujeto al libre albedrío del mercado inmobiliario, cada vez más encarecido.
Es crucial derribar estos mitos y reconocer que la falta de hogar no es una elección, sino una condición derivada de una serie de circunstancias complejas que requieren una respuesta integral y compasiva. Las soluciones existen y se pueden implementar con la colaboración adecuada del Gobierno, comunidades autónomas, organizaciones y la sociedad en general. Es necesario dejar atrás los estigmas y centrarnos en cómo podemos ayudar a que las personas en esta situación recuperen su dignidad y estabilidad.
Desde Betania a través de nuestro albergue social y nuestras viviendas tuteladas ayudamos a muchas personas a que dejen de vivir en la calle. Es el primer paso para que puedan encontrar un empleo, que puedan estabilizarse emocionalmente y que vuelvan a vivir de manera autónoma, pero integrados socialmente.
Asimismo, con nuestro programa de La Alianza, nuestros profesionales salen a la calle y van al encuentro de las personas que no acuden a nuestros centro. Con ello queremos conocer sus necesidades, comprobar su estado de salud y proporcionales artículos de primera necesidad.
Al igual que con los otros colectivos vulnerables con los que trabajamos, ofrecemos a las personas sin hogar una atención integral. No les ofrecemos un hogar, le ofrecemos un acompañamiento y un apoyo para que tengan la vida que merecen. Porque en Betania creemos en las personas y no dejamos a nadie atrás. Porque todo el mundo merece tener una segunda oportunidad.